La ciudad despierta y con ella sus infinitos sonidos e imágenes.
Transitar por ella, recorrer sus calles, nos la revela.
Pero la ciudad no sólo s el lugar donde se vive, recorre y transita a diario.
La ciudad también vive dentro del ciudadano.
Al transitar por la ciudad se nos revela otra ciudad: Una ciudad interior.
Caminamos en un espacio real mientras levantamos (creamos) un espacio imaginario.
La forma como uno la imagina, siente, percibe y explica constituye su esencia misma.
Así, la verdadera ciudad corresponde a lo que nuestra imaginación percibe como tal.
“Y solemos imaginar realidades sociales más felices a través de una imagen utópica de la ciudad,
con nostalgia de lo perdido» (Arcadia Colonial – Sebastián Salazar Bondy).
Dominique Favre F. Lima, 1999